Andoni Unzalu, exjefe del gabinete de comunicación del PSE

Andoni Unzalu, exjefe del gabinete de comunicación del PSE

Política

Unzalu: "Los nacionalistas confuden derecho de autodeterminación con libre determinación"

El que fuera jefe de gabinete de comunicación en el Gobierno socialista de Patxi López en el País Vasco asegura que para "atacar" al nacionalismo hay que lograr que "no sea rentable"

9 junio, 2018 00:00

Andoni Unzalu (Vizcaya, 1956) fue el jefe de gabinete de comunicación del Gobierno socialista vasco que lideraba Patxi López. Acaba de publicar el libro Ideas o Creencias: conversaciones con un nacionalista (Ed. Catarata) en el que de forma muy pedagógica va confrontando uno a uno los argumentos que, durante 30 años, ha ido escuchando de los nacionalistas en el País Vasco.

—Pregunta. En su libro explica que llevas 30 años “discutiendo con nacionalistas”. ¿No está harto?

—Respuesta. Es verdad que los nacionalistas te cansan y te agotan, pero yo no me rindo nunca. Y no me rindo nunca porque le concedo al debate público un enorme valor para seguir defendiendo las sociedades pluralistas. Cuando en una sociedad un grupo se apropia y privatiza el espacio y debate públicos se inicia la espiral del silencio y se rompe la pluralidad. Es lo que nos está pasando de forma alarmante tanto en Cataluña como en Euskadi.

—Fue educado en la lengua vasca, sus apellidos son vascos… ¿Se ha sentido alguna vez un traidor a “los suyos”?

—Hace unos meses tuve que presentar un premio a Joseba Arregui y le comenté a un amigo común que presentaba ese libro y me dijo: “Hombre, un traidor que presenta a otro traidor”. Entonces, lo primera que hice en esa entrega de premios fue un elogio del traidor. El converso y el traidor son dos cosas diversas. El primero es una persona que reniega, olvida y niega su pasado. Dice que ya no es el que era y, por lo tanto, ya no asume ninguna responsabilidad sobre su pasado. En cambio, el traidor es el que tiene el valor de cambiar. Se mira a sí mismo y a su pasado y cambia. Pero ese cambio no supone nunca una renuncia a su pasado, por eso yo elogio al traidor porque sin traicionarnos seguiríamos en el mundo del paleolítico. La traición es siempre necesaria para avanzar.

—Es de las pocas voces que he oído en España que dice que la existencia de más de una lengua en un territorio no es una riqueza cultural en sí.

—Está pasando una cosa curiosa. Y es que se nos está imponiendo un deber moral a defender el euskera. Como una obligación. No es una elección de los hablantes. Se nos pone en la tesitura de ser traidores a nuestra responsabilidad. Nos niegan la capacidad de decidir nuestro futuro lingüístico. Anulando de forma radical la libertad lingüística de los hablantes.

—¿El euskera se usa como el nuevo RH negativo? ¿Es un racismo civilizado donde se ha sustituido el grupo sanguíneo por la lengua?

—No exactamente. El racismo es una perversión moral que niega la igual dignidad a la naturaleza humana según la raza. El uso del idioma cumple dos funciones complementarias. Por un lado, el idioma como marcador de tribu. Como un pasaporte. Utilizan este marcador de forma ostentosa para presentarse como nosotros y crear una identidad. Por otro lado, al poner el euskera como un requisito indispensable para el acceso a la administración pública, se usa como una guillotina de marginación. Una herramienta de ruptura de la movilidad social. En Euskadi estamos llegando a unos niveles brutales. Un puesto de cada cinco en Euskadi se halla en la administración pública; a la marcha que vamos ahora, en menos de una década, todos los puestos públicos de Euskadi van a estar en manos de los vascoparlantes, que somos el 30% de la población. Es decir, el 70% de la población se queda al margen de los trabajos públicos.

—Defiende el euskera como un tema de libertad de elección. Pero, ¿eso no hace que las fuerzas de mercado se impongan? Y, por lo tanto, ¿se imponga el castellano que es dominante? Hasta cierto punto es normal que desde la administración pública hagan un contrapeso…

—Empezando a discutir con conceptos de liberalismo clásico igual podemos salir de este laberinto cerrado. Yo defiendo que la administración pública ayude en el fomento a las comunidades de hablantes minoritarios. Pero lo apoyo exactamente por la misma razón que uno de los mandatos más claros del liberalismo democrático es la defensa de la minoría. En términos de libertad, que es como defiendo yo el euskera, estoy de acuerdo en el fomento, pero por la misma razón estoy totalmente en contra de la obligación de aprenderlo.

—También explica la distinción entre derecho a la autodeterminación y derecho a la libre determinación. Algo que genera mucha confusión…

—No genera confusión, sino un cacao mental terrible precisamente porque los nacionalistas lo están utilizando de forma perversa y totalmente contraria.

La autodeterminación es el derecho a escindirse y el derecho a la libre determinación es el derecho a decidir el futuro político de un país. El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de 1976 dice que todos los pueblos tienen derecho a la libre determinación. Los nacionalistas lo traducen automáticamente como autodeterminación. Han sido tan burdos que en la Conferencia de Viena de 1993 tuvieron que rectificar y añadir que el derecho a la libre determinación en ningún caso significaba dividir un Estado y que solamente se permite cuando un Estado trata de forma desigual a territorios de su propio Estado. Imaginémonos que la Constitución Española no permitiera a los catalanes tener diputados en el Congreso. Entonces, sí.

Son dos conceptos muy diferentes y hay que explicarlo.

—Habla también del concepto de “impunidad intelectual” con el nacionalismo. ¿Hasta qué punto la izquierda es responsable de no haber ofrecido un relato alternativo?

—Mucho. La izquierda en toda Europa, especialmente pos-68. En España tuvimos que esperar una cantidad de años para que Francia extraditara a los comandos de ETA. La izquierda europea ha tenido siempre un complejo enorme frente a los nacionalistas y ha rehusado hacer un debate directo desde la razón.

Por ejemplo, no he visto ningún estudio en el que se analice la desigualdad de oportunidades, la ruptura de la escala social, con base en el eje nacionalista-no nacionalista. Es desde estas posiciones de izquierdas donde nos podemos enfrentar al nacionalismo.

—Su libro me inspiraba cierto pesimismo en un aspecto: me parecía que era más fácil sucumbir a los argumentos de los nacionalistas que a los suyos, que son racionales, científicos y, a la fin, contraintuitivos.

—Es más fácil, sí. Pero la gente no se apunta al nacionalismo en masa porque su argumentario de verdades reveladas es más sencillo. La gente se ha apuntado al nacionalismo porque es rentable. Es rentable ir con el ganador. Apuntarse a la tribu que controla el poder y la economía. Por eso hay tanta gente que se ha pasado. El nacionalismo se ha hecho con el poder político, social y económico. También había muchos franquistas porque era rentable. Enfrentarse es un desastre. Pero estoy convencido de que se les puede convencer con argumentos y hay que atacar el poder duro del nacionalismo para que no resulte rentable, para que el no ser nacionalista no resulte ruinoso. Y eso es la defensa a ultranza de la igualdad política y ciudadana.